22 junio 2008

Cuestión de actitud

"Cuando la vida te presente razones para llorar,
demuéstrale que tienes mil y una razones para reír."
Anónimo

Hace años me llegó un correo de esos que van pasando de unos a otros, desconozco quien fue su autor. Recuerdo que se llamaba "La historia de Jerry". Aún lo conservo impreso y guardado en aquella vieja carpeta. La historia trataba sobre la visión positiva de las cosas.
La actitud ante la vida es últimamente un tema recurrente en mis conversaciones. Quizás por ello he vuelto a recordar aquella historia.

Sé que ver la parte positiva de las cosas no es fácil. Estuve durante mucho tiempo en el lado oscuro donde todo es negro y no brilla el sol. No sé en qué momento cambie y desde luego no tengo ni idea de cómo ocurrió, lo cual es frustrante por que no saberlo impide que ayudes a otros a salir de allí. Aunque probablemente cada uno tenga su propio camino de salida.
De vez en cuando trato de recordar aquellos tiempos: no quisiera olvidar la lección y acabar de nuevo allí, al menos no de forma permanente, que el que más y el que menos alguna visita le hace de vez en cuando.

La vida te pone zancadillas, caes y entonces tienes dos opciones: seguir en el suelo contemplando las heridas, o limpiártelas, levantarte y seguir avanzando, verlo todo sin brillo, o intentar distinguir esa lucecita que, quizás minúscula, pero ahí está.

Ver la parte positiva de las cosas puede ser difícil, pero la recompensa bien merece el esfuerzo.

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10 junio 2008

Recuperar el rumbo

"En el fondo son las relaciones con las personas
lo que da valor a la vida."
Guillermo von Humboltdt

A veces nos ensimismamos tanto en nosotros mismos, en nuestros sentimientos, que nos olvidamos de los demás. Y lo que no deja de resultar irónico, llegamos incluso a dejar de percibir aquello por lo que está pasando la persona por la que creemos sentir algo tan especial que nos ha llevado a ese ensimismamiento.

Es como si de repente tu cerebro dejara de funcionar correctamente, hasta que algo o alguien te sacude y te das cuenta de lo que estás haciendo, o más bien dejando de hacer.
Y temes que sea tarde para ponerle remedio, temes que el daño esté hecho y que por mucho que hagas a partir de entonces no puedas compensar el no haber estado a la altura.

Quizás algún día aprenderé a no perder el rumbo... de momento me conformaré con recuperarlo y buscar la forma de compensar lo que hice y dejé de hacer.

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